viernes, 4 de diciembre de 2015

Singularidad: entre avatares, cyborgs, androides y más allá (I)

La Singularidad es aquel momento de la historia donde las máquinas estarán dotadas de una inteligencia superior a la de los seres humanos y, por tanto, comenzará una nueva era de dominación de autómatas y el inicio del fin de la humanidad.

Los androides con IA (inteligencia artificial) serán nuestros descendientes y nosotros, como seres inferiores intelectualmente, seremos extinguidos al ser considerados como una amenaza para la naturaleza Robótica. Esto, que parece más bien de ciencia ficción y que, en el caso de que ocurriera, sería para dentro de mil años, resulta que ni es ficción ni habrá que esperar tal ingente cantidad de tiempo. Existe una fecha donde coinciden muchos investigadores, ingenieros y científicos: año 2045.

El propio Stephen Hawking reconocía que el desarrollo de la inteligencia artificial podría llevar al fin de la raza humana, incapaz de competir al estar más limitados por la lenta evolución biológica.

Haciendo un análisis de libros tecnológicos sobre genética, tecnología e informática, y apoyándome en la industria cinematográfica sobre el futuro de la humanidad y la robótica, he identificado tres alternativas en la evolución humana con la intromisión de tecnología y otras tres a la evolución de los robots dotados con inteligencia artificial. Ninguna de estas opciones, tanto humana como autómata, es excluyente.

Las tres alternativas evolutivas del ser humano y que podrían hacer frente a lo que se nos viene encima serían:

1. Ingeniería genética: en este primer nivel estaríamos ante una manipulación genética para desarrollar in vitro seres como nosotros pero mejorados, o bien clones para usos terapéuticos. Como en la serie Orphan Black (2014), con clones creados por el ejército para la guerra, o toda una civilización con genes que no envejecen como en el filme In Time (2011), donde llegado a ese punto de posible inmortalidad cada hora de vida se le da un precio. Otro ejemplo serían: La Isla (2005), donde grandes fortunas tienen su propia clonación en cuerpos que utilizan como bancos de órganos; Enemy (2013), donde un profesor de historia ve en una película a otra persona idéntica a él; Código 46 (2003), Moon (2009), el Atlas de las Nubes (2013) y las secuelas X-Men (2000-2014).

2. Organismos cibernéticos o Ciborgs: en un segundo nivel utilizamos la biotecnología, los nanobots (microrrobots que se inyectan en el cuerpo humano) y dispositivos cibernéticos, para mejorar las capacidades de la parte orgánica, como prótesis de brazos, piernas, visión, etc. Es la unión del sistema biológico y electrónico: la biónica.
Del cuerpo se restauraría, y ya se hace en muchos casos, todas las partes que estén afectadas; o bien, en su perfecta funcionalidad se procede a mejoras más sustanciosas. En este caso nos convertiríamos en superhombres, aunque no en la acepción que le da Nietzsche al término.

Ejemplo fílmicos tenemos el Hombre Nuclear (1973), La Mujer Biónica (1976), la saga Terminator (1998-2015) y The Machine (2013).

La Human Brain Project (HBP) estudia la conexión entre el cerebro humano y las máquinas mediante el Brain Interface Computer BIC. La compañía Google es una de las empresas que actualmente más invierten en el desarrollo de cyborgs.

Algo menos intrusivo serían los dispositivos wearables, es decir, todo aquel aparato que se lleva en la ropa o en el cuerpo como si fuera un complemento más y que actúa como una extensión del cuerpo o de la mente. Gafas, relojes, ropa,... inteligentes (smart gadget). De aquí salen las famosas gafas de Google (smartglasses), los relojes inteligentes (smartwatch), etc.

3. Avatares: si genéticamente no conseguimos ser inmortales, ni con la ayuda de dispositivos cibernéticos, tendremos la posibilidad de vivir eternamente en otro "cuerpo": la encarnación humana en una máquina. Según la religión hindú, un avatar ("avah" -abajo- y "tarah" -tránsito-, refiriéndose al "descenso" de un ser Divino a la Tierra), es un Dios que se reencarna en un ser mortal. En la actualidad, y referido a la informática, el significado se ha trasladado al modelo tridimensional que representa a una persona en un mundo virtual. Un paso más allá: nuestra mente en un robot físico.

En este caso nos hallamos ante una verdadera separación entre el cuerpo y el alma. El cerebro, lugar donde se halla el alma (y no en el corazón, como se creía antiguamente), se traslada a un cuerpo-máquina más longevo. Es una de las ideas que se pretende, por ejemplo, con la criónica o criopreservación. La fundación Alcor Life Extension se dedica a preservar cuerpos en nitrógeno líquido, como el jugador de beisbol Ted Williams, para reanimarlos en un futuro. Algunos sólo preservan su cabeza con la esperanza de implantarla en un robot humanoide o simplemente en un ordenador cuántico.

La Universidad de la Singularidad, cuyo impulsor fue el visionario Raymond Kurzweil (busquen su biografía, es impresionante), está desarrollando el llamado Proyecto Avatar 2045 (o Iniciative 2045). Por otro lado, el magnate ruso Dmitry Itskov está invirtiendo una gran cantidad de dinero para su desarrollo y ser el primer avatar de la historia en ese señalado año. Se pretende que el cerebro humano (o sólo la materia cuántica) pueda transferirse a avatares, mejorando incluso nuestra capacidad intelectual. Esta transformación tecnológica, o transcendencia, nos podría convertir en transhumanos. Ejemplos cinematográficos como Los Sustitutos (2009), Avatar (2009) y Transcendence (2014).

En este punto estaríamos entrando en una nueva era para la humanidad: el hombre que se crea a sí mismo en todos los sentidos. Un hombre Dios.

(Continúa en la siguiente entrada)