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| Acto de inauguración en el Museo L.Galdiano |
A continuación entramos en la sala para dar comienzo al acto inaugural, con un invitado de honor, buen comunicador y empresario traído de una consultora de éxito, y que rebosante de optimismo aseguraba, inmerso en un positivismo como para ahogarse, que la crisis en España era una gran oportunidad para crecer, para diferenciarse, para cambiar y progresar, que los españoles lo iban a conseguir porque siempre hemos salido de las adversidades, y que como ejemplo hemos organizado las mejores olimpiadas y la mejor exposición universal, en Barcelona y Sevilla, respectivamente, que nunca jamás se hayan creado. Los españoles somos así, y saldremos hacia adelante.
Es verdad, personalmente nunca más volví a ver una exposición universal como la de Sevilla. La siguiente que se celebró en Lisboa dejó muchísimo que desear. La de la capital hispalense, sin embargo, fue capaz de transformar toda la ciudad al completo, porque no sólo se vivió la ampliación tecnológica y modernista en la zona noroeste de la ciudad, la Isla de la Cartuja, sino que los edificios más emblemáticos del casco histórico fueron restaurados, así como calles, fuentes, jardines fueron embellecidos con buen gusto.
Muy acertadas las palabras del orador, un mensaje optimista, un señor que además ha publicado libros muy motivadores y tenía en su afán conquistar con la misma fórmula a los presentes al acto.
Pero en ese mensaje optimista se obvió algo que no debió reparar el orador: el público era en su gran mayoría latino, un valor cercano al ciento por ciento. Toda alusión al orgullo nacional iba a terminar para los oyentes en una clara interpretación chauvinista.
En general el acto estuvo realmente bien, un lugar con encanto. Un evento más para añadir en la historia de la escuela, que sigue imparable y con buen paso.
