viernes, 26 de septiembre de 2014

La vida es un acto de renuncia

Me ha conmovido la película La Vida de Pi porque te hace pensar en lo que significa realmente el mundo donde nos encontramos: la espiritualidad, la fe, la supervivencia,... En nuestra soledad tenemos la necesidad de encontrar una dirección para la vida.

El protagonista, Pi Molitor, sobrevive durante 227 días en un bote salvavidas con un tigre de Bengala, llamado Richard Parker, después del naufragio de su barco en el océano Pacífico. Pi intenta sobrevivir alimentando al tigre para que éste no lo mate.

El tigre Richard Parker, en el filme La vida de Pi
Cuando por fin llegan a la costa de México, Pi cae cerca de la orilla sucumbido al cansancio y al desgaste físico, y el tigre sale corriendo hacia la selva cercana... sin mirar hacia atrás.

El narrador de la historia de Pi concluye:

"Estaba tan agotado que apenas podía moverme. Por eso Richard Parker se me adelantó. Estiró las patas y caminó por la orilla. Al borde de la selva se detuvo. Yo sabía que iba a volverse para mirarme, que bajaría las orejas hasta pegarla a la cabeza y gruñiría, que pondría fin a nuestra relación de algún modo. Pero se quedó mirando hacia la selva. Y entonces Richard Parker, mi feroz compañero, el terrible animal que me mantuvo vivo, desapareció de mi vida para siempre. Lloré como un niño porque Richard Parker me había abandonado sin tener el más mínimo detalle hacia mí. Eso me partió el alma".

"Parker no me consideró su amigo. Después de todo lo vivido ni siquiera me miró. Pero cuando me miraba quiero pensar que había algo más que mi propio reflejo, aunque no puedo demostrarlo. He dejado atrás muchas cosas: familia, amigos,... supongo que al final la vida se convierte en un acto de renuncia. Pero lo que causa mayor dolor es no tener un momento para despedirse".

En efecto, una de las cosas que más duelen es cuando alguien se marcha de tu vida definitivamente sin despedirse. Y, sin entender por qué se va, sientes como se te parte el alma.

martes, 23 de septiembre de 2014

El ser humano: un producto muy peculiar

Igual que se almacenan cajas durante un tiempo en almacenes y centros de distribución, los humanos nos almacenamos en hoteles y hostales. Pagamos por estar un tiempo resguardados y no pasar la noche a la intemperie. Cada producto-humano se almacena en un habitáculo con numerosas comodidades igual que una caja tiene su propio anaquel dispuesto de forma segura. Contratamos un periodo de tiempo hasta que finalmente tomamos nuevo rumbo.

Hotel con las habitaciones más pequeñas del mundo
El ser humano paga por su niquelao físico (muy andaluz el término). Esto es, intentamos embellecer nuestro rostro y figura al igual que un automóvil entra en una máquina de lavado, con un plus de cera y limpieza profunda en las llantas. Los individuos entran en peluquerías y centros de belleza como productos semielaborados para arreglarse el cabello, la piel, las manos,... hasta salir de la fábrica-tienda totalmente elaborado.

Pasamos por una especie de taller de coches cuando un médico nos hace un diagnóstico de nuestro estado de salud, recetándonos unos medicamentos como cuando los vehículos necesitan un cambio de aceite, líquidos de frenos, inflado de neumáticos,... En la sala de espera formamos parte del inventario que entrará en proceso. Experimentamos algo parecido a una ITV cuando el médico nos resuelve con los datos de una analítica.

Los medios de transporte necesitan combustible como alimento que proporcionan las estaciones de servicios. Los seres humanos entramos en restaurantes y supermercados para abastecernos de alimentos y proseguir nuestro camino repuestos con la energía suficiente.

En los restaurantes de autoservicio (self-service), los clientes actúan como un flujo lineal persona a persona similar a los procesos de flujo continuo pieza a pieza (one piece flow) de una fábrica.

Asistimos a las escuelas para adquirir mayores conocimientos y experiencias laborales y poder desenvolvernos profesionalmente con ciertas habilidades, igual que un ordenador/computadora requiere de más cantidad de memoria de almacenamiento, RAM y procesadores más rápidos para ser eficaces y rentables en sus tareas.

Al igual que los productos tienen un nombre y una marca que los identifica, como Coca Cola y su marca en letras script en rojo, las personas tenemos un nombre y apellidos, y una marca que nos personaliza y no es otra que nuestra firma. Y por supuesto, también estamos empaquetados para la protección climática, contra los golpes, etc, pero por fortuna no en cajas de cartón corrugado, ni en latas ni en botellines, sino en un envoltorio textil más agradable como es la ropa. Los complementos se asemejan al lazo de regalo que se colocan en los paquetes, y que en nuestro caso se traduce en collares, pulseras, diademas,...

Por cierto, el fleje de las cajas es el cinturón de nuestros pantalones; sirve para que no se deshaga el empaquetado. Ejem!

Nos trasladamos en medios de transportes como si fuéramos mercancía. Así como las cajas se amontonan en camiones y otros medios, el ser humano se hacina igualmente en autobuses, trenes, barcos y aviones. Tanto en la cabina de pasajeros como en la bodega de carga, ambas sirven para albergar mercancía.

Nos vendemos mediante entrevistas de trabajo y un copy publicitario en forma de curriculum vitae, igual que un producto los exponemos en una campaña y explicamos sus características y ventajas competitivas. Nos vendemos también para que alguien nos adquiera hasta la hora de nuestra muerte y formalizamos un contrato (matrimonial) firmado por un cura y un testigo de boda, así como de la misma forma se adquiere una casa (con una hipoteca de por vida) y se firma un contrato de compraventa con la rúbrica de un notario y un apoderado.

Llevamos unos códigos alfanuméricos, que son nuestros NIE y pasaportes, que nos permite identificarnos y conocer la trazabilidad de nuestro cuerpo, incluso en algunos casos con chip insertado bajo la piel, así como los productos tienen números de lote, códigos de barras e identificadores por radiofrecuencia (RFID).

Hay una diferencia que nos humaniza y dejamos de actuar como un producto: el hombre y la mujer tienen capacidad de enamorarse. Los productos aún no. Salvo en las películas de ficción como Blade Runner, Her, Robocot, Cortocircuito, Inteligencia Artificial, Transcendence, Wall-E,... ¡donde los androides también se enamoran!

sábado, 20 de septiembre de 2014

La crisis, ¿una oportunidad para crecer?

En demasiadas ocasiones he escuchado la frase optimista que asegura que la crisis es una oportunidad para hacer negocio. Esta mañana me puse a contabilizar el número de amigos y compañeros de trabajo que alguna vez lo pregonó y, como yo mismo me vi contagiado por esa idea ilusionista y no he visto los esperados frutos, estoy analizando ahora qué han sido de sus vidas.

Un cuarto de ellos sé que emprendieron nuevos proyectos, pero sus éxitos en una época de crisis con presuntas oportunidades para crecer han sido todas, absolutamente todas, un verdadero desastre. Los que no tuvieron agallas de lanzarse al emprendimiento se encuentran en una situación aún peor de como estaban: formando parte de las interminables listas del desempleo o, en el mejor de los casos, en un puesto de explotación vergonzosa rozando la esclavitud. A todos ellos me gustaría saber la impresión que tienen ahora de lo que con entusiasmo y firmeza afirmábamos sobre la crisis.

Hasta ahora he visto que la crisis no sólo NO es una oportunidad, sino que es una adversidad. Son muchos los amigos latinos que vienen a España en busca de un crecimiento en sus vidas profesionales mejorando su nivel formativo con una o dos maestrías. Pero todos ellos, todos sin excepción, o se regresan a sus países de origen o permanecen en la península ibérica con trabajos rozando lo deshonroso y, si no, en ocupaciones no muy entusiastas y con una remuneración ridícula.

¿Oportunidad? La clase media y media alta ha pasado a vivir en unas condiciones que hace unos años era impensable. Ya no se permite tener casi todo, al contrario, se mide hasta el último céntimo.

El término "crisis" significa cambio drástico. Y en este sentido la única oportunidad que tenemos es la de cambiar, pero no significa que sea para mejor. Cualquier vidente (magos, lectores de Tarot, interprete de los astros, un tal Arquitecto de Sueños, etc) te hablará de riesgos, de cambios, de mirar hacia adelante, de olvidar el pasado,... fácil interpretación porque si cambiamos nuestra situación sólo hay dos caminos: que realmente vayamos a mejor, lo cual dará la razón a estos videntes, o que vayamos a peor, lo cual no importará porque para eso están estos adivinos de la vida que nos seguirán recordando que debemos cambiar. Todo una farsa.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Visita a la fábrica de Danone

Los días 10 y 11 de septiembre estuve con los alumnos del master en MBA, Comercio Internacional y Marketing visitando la fábrica de Danone, situada en Tres Cantos (Madrid). La fábrica produce las 24 horas del día durante todo el año, a excepción de ciertas fechas puntuales, y está especializada en la producción de yogur natural y de sabores, Activia, Vitalínea y Danet.

Alumnos de MBA y Comercio Internacional

Alumnos de MBA y Marketing

sábado, 6 de septiembre de 2014

Recuerdo de una casa inhóspita

A veces la vida te da unos reveses que hasta miedo dan. Pero pasado el tiempo, por fortuna, la mayoría de estos sucesos se convierten en algo anecdótico curioso de recordar.

Y cuento esto porque se me vino a la mente cuando muchos años atrás alquilé una casa durante un mes en un pueblo perdido de Burgos para impartir un curso en otra localidad cercana.

Hay quien dice que ha conocido su propia muerte en vida, pues bien, yo he conocido dónde se encuentra el fin del mundo. Este lugar está apartado de toda civilización humana, pero fue lo único que encontré tras varios días de intensa búsqueda. Durante el rastreo parecía que Dios me había abandonado a mi suerte, quizás Él ni conocía la zona, y estuve durmiendo en hoteles, luego en hostales, después en pensiones y finalmente en mi coche bajo un puente. Todo directamente proporcional a mi grueso del fajo monetario.
Aquí está concentrada la esencia festiva del lugar

Como Dios aprieta pero no ahorca, encontré finalmente un caserío inhóspito que nada tenía que envidiar a los que se proyectan en las pelis de terror, superando en este caso con creces la realidad a la ficción.

Bueno, Él no me ahorcó, pero casi.

La casa era fantasmagórica y ancestral, pero debo reconocer que las que había alrededor aún eran más tormentosas. Al fin y al cabo, una casa sin nadie puede generar algo de miedo, pero habitada por moribundos puede ser letal para tu corazón. Y es que las casas colindantes estaban habitadas por contemporáneos de Matusalem. El más joven: unos 125 años. En la zona no había ni tiendas de ropa, ni supermercados, ni prensa, ni perros, ni niños, ni nada que pudiera darle una vidilla al hostil ambiente. La población que había, por tanto, iba desapareciendo de forma natural. Si salías una noche de "discoteca" con los habitantes del lugar, a la mañana siguiente tenías que asistir también al velatorio.

El piso era húmedo, muy húmedo, lo suficiente como para vestirse con un pijama de neopreno con escafandra. El gélido frío de toda la provincia venía en parte de los vientos de Rusia, según aseguraba el meteorólogo de las noticias, y en parte de mi piso cuando abría las ventanas. Eso no lo sabía el meteorólogo (tantos estudios para eso).

La temperatura normal era de 14 grados bajo cero. Cuando encendía la calefacción con suerte alcanzaba los 5 grados bajo cero. Hiciera lo que hiciera, todo permanecía fielmente bajo cero. Cuando abría el armario dudaba si encontraría mi ropa o el pescado congelado. Obviamente, el frigorífico funcionaba sin necesidad de estar conectado.

Tenía una habitación sobrante que la adapté para los invitados. Un día vino un amigo para quedarse una semana. Se marchó al día siguiente de su llegada y no volvió a llamarme en toda su vida.

El agua del grifo salía en forma de tropezones de hielo. Siendo positivos, para hacer cócteles y granadinas fue ideal.

Y el cuarto de baño... las dimensiones del mismo no pudieron diseñarla más diminutas. El arquitecto debió estar muy enfadado ese día porque no le salió nada bueno. O bien venía de pitufilandia. Decidí llamar al libro Guinnes de los Records porque pensé que no existía un habitáculo más pequeño que ese en el mundo. Vino el auditor acompañado por la policía, y me puso una multa por vivir en un lugar tan ajustado.

El peor momento era a la hora de ir al wáter: los pies los ponías sobre la bañera, los brazos encogértelos para no darte contra el toallero, y la cabeza ladeada para no darte contra la esquina del lavabo. Lo siento por ser mal hablado, pero la única parte del cuerpo que encajaba en su sitio era tu culo en el agujero del wáter, porque el resto quedaba desperdigado.

Y la cama: sin pretensiones de considerarse un mobiliario de diseño, el colchón de la cama hacía curva en el centro, como las hamacas pero sin llegar a esa categoría "superior". De modo que tumbado hacia arriba cogías la forma de una U, propiciando que mi cabeza y mis pies se vieran todas las mañanas. Continuando con mi optimismo, esa postura me facilitaba cortarme las uñas de los dedos de los pies. Ya no le encontré más utilidades.

Y por supuesto, tumbarse boca abajo era imposible, la articulación humana no te permite esa postura: a Dios no se le ocurrió crear espaldas tan flexibles hacia atrás. Claro, eso es porque Él nunca durmió en esa cama.

¡Qué cosas vivimos a veces!

jueves, 4 de septiembre de 2014

Flipped classroom

En los últimos años el comportamiento de los alumnos ha cambiado considerablemente a raíz de la utilización de las redes sociales en las tablets y smartphones. Es raro que un alumno no se conecte en algún momento de la clase a internet para enviar algún mensaje, chatear, intercambiar ficheros... y, lo que es peor, con un uso sumamente de relación social, no académica. Vamos, que se conectan con otros amigos, familiares y parejas sentimentales para hablar de sus propios temas en cuestión.

La flipped classroom (aula al revés o volteada) es un método que alguien propuso recientemente para combatir ese molesto comportamiento humano. ¿Y cómo se consigue? Enviándole al alumno las tareas menos activas para que las realice en casa, mientras que en la clase se desarrollan las más activas, fomentando el trabajo en equipo.

El profesor para ello deberá grabarse en unos vídeos de diez minutos partes del programa, siempre bien estructurado, completándolo con documentación descargable en sus ordenadores. El alumno asimila el contenido de esta materia en su casa y cuando llega a clase se trabaja sobre lo que le presentó en dichos vídeos, en forma de discusión/debate, exposiciones, aclaraciones de ciertos puntos, etc. De modo que consigues la atención del respetable y la clase se hace más amena.

Problema número uno: ¿el alumno va a estudiar en su casa la parte teórica? Uff, difícil lo veo.
Problema número dos: ¿Cómo se dirige una clase donde algunos de los alumnos no hayan podido adelantar la materia en su casa? ¿Habrá que explicárselo de nuevo en clase? ¿Y eso no sería volver a lo mismo: la explicación teórica en clase?

No digo que no vaya a funcionar, sólo digo que los milagros no existen. jajaja!