Igual que se almacenan cajas durante un tiempo en almacenes y centros de distribución, los humanos nos almacenamos en hoteles y hostales. Pagamos por estar un tiempo resguardados y no pasar la noche a la intemperie. Cada producto-humano se almacena en un habitáculo con numerosas comodidades igual que una caja tiene su propio anaquel dispuesto de forma segura. Contratamos un periodo de tiempo hasta que finalmente tomamos nuevo rumbo.
 |
Hotel con las habitaciones más pequeñas del mundo |
El ser humano paga por su
niquelao físico (muy andaluz el término). Esto es, intentamos embellecer nuestro rostro y figura al igual que un automóvil entra en una máquina de lavado, con un plus de cera y limpieza profunda en las llantas. Los individuos entran en peluquerías y centros de belleza como
productos semielaborados para arreglarse el cabello, la piel, las manos,... hasta salir de la fábrica-tienda totalmente elaborado.
Pasamos por una especie de taller de coches cuando un médico nos hace un diagnóstico de nuestro estado de salud, recetándonos unos medicamentos como cuando los vehículos necesitan un cambio de aceite, líquidos de frenos, inflado de neumáticos,... En la sala de espera formamos parte del inventario que entrará en proceso. Experimentamos algo parecido a una ITV cuando el médico nos resuelve con los datos de una analítica.
%2B01.23.36.png)
Los medios de transporte necesitan combustible como alimento que proporcionan las estaciones de servicios. Los seres humanos entramos en restaurantes y supermercados para abastecernos de alimentos y proseguir nuestro camino repuestos con la energía suficiente.
En los restaurantes de autoservicio (
self-service), los clientes actúan como un
flujo lineal persona a persona similar a los procesos de
flujo continuo pieza a pieza (
one piece flow) de una fábrica.
Asistimos a las escuelas para adquirir mayores conocimientos y experiencias laborales y poder desenvolvernos profesionalmente con ciertas habilidades, igual que un ordenador/computadora requiere de más cantidad de memoria de almacenamiento, RAM y procesadores más rápidos para ser eficaces y rentables en sus tareas.
Al igual que los productos tienen un nombre y una marca que los identifica, como Coca Cola y su marca en letras
script en rojo, las personas tenemos un nombre y apellidos, y una marca que nos personaliza y no es otra que nuestra firma. Y por supuesto, también estamos empaquetados para la protección climática, contra los golpes, etc, pero por fortuna no en cajas de cartón corrugado, ni en latas ni en botellines, sino en un envoltorio textil más agradable como es la ropa. Los complementos se asemejan al lazo de regalo que se colocan en los paquetes, y que en nuestro caso se traduce en collares, pulseras, diademas,...
Por cierto, el fleje de las cajas es el cinturón de nuestros pantalones; sirve para que no se deshaga el empaquetado. Ejem!
Nos trasladamos en medios de transportes como si fuéramos mercancía. Así como las cajas se amontonan en camiones y otros medios, el ser humano se hacina igualmente en autobuses, trenes, barcos y aviones. Tanto en la cabina de pasajeros como en la bodega de carga, ambas sirven para albergar mercancía.
Nos vendemos mediante entrevistas de trabajo y un
copy publicitario en forma de
curriculum vitae, igual que un producto los exponemos en una campaña y explicamos sus características y ventajas competitivas. Nos vendemos también para que alguien nos adquiera hasta la hora de nuestra muerte y formalizamos un contrato (matrimonial) firmado por un cura y un testigo de boda, así como de la misma forma se adquiere una casa (con una hipoteca de por vida) y se firma un contrato de compraventa con la rúbrica de un notario y un apoderado.

Llevamos unos códigos alfanuméricos, que son nuestros NIE y pasaportes, que nos permite identificarnos y conocer la trazabilidad de nuestro cuerpo, incluso en algunos casos con chip insertado bajo la piel, así como los productos tienen números de lote, códigos de barras e identificadores por radiofrecuencia (RFID).
Hay una diferencia que nos humaniza y dejamos de actuar como un producto: el hombre y la mujer tienen capacidad de enamorarse. Los productos aún no. Salvo en las películas de ficción como
Blade Runner, Her, Robocot, Cortocircuito, Inteligencia Artificial, Transcendence, Wall-E,... ¡donde los androides también se enamoran!