Alguna vez tenía que llegar.
Ese momento donde a alguien se le ocurre escribir sobre el pasado muy pasado (como algo más de veinte años atrás) y tú resulta que te sientes identificado con esos dulces y nostálgicos años. En efecto, lo has vivido, y no sabes si reírte o lamentarte de que has entrado en la época de "abuelo que empieza a recordar sus batallitas".

Me refiero al recién publicado libro
Generación EGB, de Javi Nieves.
Esos años en los que estudiábamos en un sistema educativo llamado Educación General Básica, a mi parecer muy superior en calidad que los siguientes sistemas implantados.
Bueno, tal vez no fuese por el sistema, sino porque todavía existían valores.
Sin duda alguna, si tuviera que escribir un libro recordando las vivencias de la adolescencia, soñaría con escribirlo tal como lo ha hecho Javi Nieves en esta publicación. Creo que es insuperable, y además muy necesaria su salida al mercado. ¿Por qué? porque a veces tenemos que recordar de dónde venimos, poner los pies en el suelo. A esas edades todos estamos en el mismo nivel de conocimientos, y tenemos temas comunes de qué hablar y las mismas vivencias.
Con este libro me ha tocado reírme. Me parece curioso cómo hemos podido vivir cosas tan semejantes en ciudades distintas: el estuche Pelikán, los Rotrings, las gomas Milán, la plastilina Jovi, el pegamento Imedio (que se quedaba pegadísimo en la piel de nuestros dedos), supergén y la cola blanca; esos libros que llamábamos Natu, y que nos encantaba por sus ilustraciones; el Telefunken y la emisoras de televisión (sólo teníamos dos canales: la uno y la dos);
 |
La revolucionaria máquina de escribir Amstrad PCW8256 |
el juego de las canicas, las chapas, el Hula Hoop, la comba; las chuches como el Peta Zetas, el paloduz, el picapica,...
Empezábamos a tener el primer vídeo (formatos como VHS, Beta y Video 2000) y los casettes en SP y LP (en LP permitía grabar el doble, aunque a costa de una calidad que luego apenas notábamos). También los primeros ordenadores o PC.
El mío, de la marca inglesa Amstrad PCW
8256, que se anunciaba en publicidad como la máquina de escribir revolucionaria.
Qué bárbaro, sólo disponía de 256 Kb de memoria RAM. ¡Y carecía de disco duro! Éste lo suplía un floppy disk de 3" con capacidad de hasta 360 Kb por cada cara. ¡¡Ni siquiera medio mega de memoria de almacenamiento!! Ah, y pantalla verde.
Lo más llamativo de esta máquina es que venía con una impresora matricial de tinta negra. Sólo podías imprimir durante el día porque por la noche corrías el riesgo de despertar a todo el vecindario con el ruido insoportable y ensordecedor de la dichosa maquinita.
Ruidos algo molestos como cuando por fin llegó internet a los hogares por medio de unos modems que pitaban (chirriaban) en diferentes frecuencias acústicas. ¿Por qué pitarían? Nunca encontré el sentido.
Por cierto, los PC venían con libro de instrucciones, como si de un equipo eléctrico se tratara. En el caso del Amstrad constaba de 2 tomos: uno explicándote el funcionamiento del ordenador, el otro te enseñaba programación Basic. Recuerdo que en un apartado llamado "
email" decía algo así como: "El email o correo electrónico sirve para enviar información entre PC's, utilizado actualmente en Estados Unidos de América. Aún no existe implantación en España".
¡Qué tiempos!